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Reseña: Hereditary

Hereditary: ni demonios ni demencia

Esta película muestra con crudeza lo que ocurre cuando la mente separada proyecta culpa, miedo y un deseo inconsciente de castigo.
No estamos ante un caso de terror sobrenatural, sino ante un reflejo simbólico del sistema de pensamiento del ego: ese que opera desde la separación y se hereda de forma invisible entre generaciones.

Lo “hereditario” no es solo trauma ni enfermedad mental. Es el conjunto de creencias del ego que se transmite como un virus psíquico: culpa, sacrificio, control, represión del amor, identificación con el cuerpo y culto al sufrimiento.


La posesión como proyección

El demonio no es una entidad externa. Es la proyección del deseo inconsciente de separación y del impulso de culpar al otro por lo que uno siente.
El ego busca constantemente cuerpos para perpetuar su sistema. En este caso, la sumisión a Paimon (el demonio que posee a esta familia) simboliza la entrega de la mente sana al ego, a cambio de un supuesto beneficio (control, identidad, poder).

Los personajes de Hereditary no están solo “poseídos” por fuerzas oscuras externas, sino por creencias no cuestionadas que habitan en el inconsciente. Peter, el hijo, se convierte en blanco perfecto porque está paralizado por la culpa. Y donde hay culpa, hay grietas. Y por esas grietas, como decía Jerry Marzinsky en otro contexto, pueden colarse los “parásitos mentales”: patrones de pensamiento que no pertenecen a la verdad.


La casa como símbolo de la mente

Las maquetas, las líneas rectas, las estancias irreales, el ático… todo en la casa sugiere una mente escindida que intenta controlar lo incontrolable.
La obsesión por representar la vida como maqueta muestra el intento de observarla desde fuera, como si el “yo” estuviera separado de lo que vive.
Eso es el ego: analiza, disecciona y busca sentido, pero no sana.

El ático, el punto más alto de la casa, representa el lugar más oculto de la mente. Allí aparece el cadáver de la abuela, símbolo de que el sistema antiguo (el pensamiento del ego) sigue gobernando desde las sombras, incluso si parece que ya ha muerto.


Enfermedad mental o culpa no perdonada

Desde la metafísica de UCDM, toda enfermedad es culpa no perdonada.
La historia familiar no es un simple caso de genética o locura, sino una cadena de negación del perdón. El hijo hereda el encargo mental de sostener al ego ancestral. Por eso se intentó evitar su nacimiento, y luego se le hace cargar con todo.
Tal como en la separación de nuestra Fuente, primero se rechaza, luego se culpa.
El ego quiere destruirte y usarte al mismo tiempo.


Cortar cabezas

En la película parece haber cierta atracción por separar las cabezas del cuerpo. La cabeza representa el control y la conciencia. Cortarla es el símbolo perfecto de lo que el ego busca: cuerpos sin voluntad, listos para ser habitados.
Las decapitaciones en Hereditary muestran simbólicamente el método del ego: eliminar la mente que podría cuestionar su dominio.


Los personajes como proyecciones

Cada figura en la historia representa una parte del sistema mental:

  • Joannie: la seducción del ego disfrazada de consuelo espiritual.
  • La abuela: el ego ancestral, el pensamiento oscuro que gobierna generaciones.
  • Annie: la mente dividida, atrapada entre sospecha y rendición.
  • Charlie: la inocencia poseída por un sistema que no comprende.
  • Peter: la identidad que aún podría elegir, pero está secuestrada por la culpa.
  • El padre: un testigo pasivo, símbolo del yo sin poder que solo observa el derrumbe.

La promesa del ego: control a cambio de sumisión

La invocación demoníaca se justifica con la promesa de riqueza. Pero lo que se ofrece, en realidad, es control absoluto del ego a cambio de la anulación del Ser.

La película muestra cómo el ego utiliza lo emocional (lo inconsciente, lo ancestral, lo simbólicamente “femenino”) para someter lo racional (lo consciente, lo masculino, la parte de la mente que puede despertar).
Pero todo esto es solo el teatro de sombras que representa el conflicto interior. No hay enemigos reales fuera. Solo una mente que ha olvidado quién es y que aún puede recordar.


Conclusión

Hereditary no es una historia de posesiones, y es que el desasosiego que se siente al ver la película, ya nos indica que está mostrando algo más «real», profundo y cotidiano de lo que la película aparenta.
Es una metáfora muy acertada del funcionamiento del ego cuando no se cuestiona: culpa heredada, miedo proyectado, cuerpos entregados.

Y sin embargo, al igual que podría hacer el hijo en esta película, siempre podemos volver a elegir.


Reseña en formato carrusel en Instagram, en colaboración con @elcuadernodejennifer.

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1 comentario en «Reseña: Hereditary»

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