Psicosis y las cadenas invisibles: una mirada desde Un Curso de Milagros
No todas las cadenas son visibles. Algunas están hechas de culpa, miedo y lealtades inconscientes que viven en la mente.
La película Psicosis (1960, Alfred Hitchcock) puede parecer, a simple vista, una obra maestra del suspense. Pero vista desde la mirada de Un Curso de Milagros, revela mucho más que un crimen o un trastorno mental. Es un símbolo de lo que ocurre cuando una relación especial no se deshace, aunque la otra persona ya no esté.
Norman Bates no solo “no supera” la muerte de su madre. Se ha fundido con una figura interna que representa control, sacrificio y obediencia. No actúa como un adulto libre, sino como un niño atrapado en la culpa. La figura de su madre (aunque ya no está físicamente) sigue viva en su mente, dictándole lo que puede o no puede hacer, lo que debe temer, lo que debe castigar.
El ego fabrica relaciones especiales precisamente con este fin: hacer del vínculo una cárcel. Puede disfrazarse de amor maternal, romántico o espiritual, pero siempre tiene una misma función: mantener la culpa viva y evitar el perdón verdadero.
Norman, en ese sentido, no está tan lejos de cualquiera de nosotros cuando seguimos obedeciendo voces internas que ya no tienen presencia real, pero sí poder psicológico.
Preguntas para mirar hacia adentro:
- ¿A quién sigues obedeciendo, aunque ya no esté?
- ¿Qué relación del pasado sigue influyendo en tus decisiones, tu culpa o tu miedo?
- ¿Qué vínculo mantienes activo solo por lealtad o sacrificio?
- ¿Qué voces tienes guardadas en el armario de tu mente a las que sigues obedeciendo?
Psicosis nos confronta con una verdad incómoda: hay relaciones que, si no se sanan, se convierten en identidades.
Pero lo que se aprendió se puede desaprender. Y lo que parecía amor, puede ser deshecho con la ayuda del Espíritu Santo, si nos atrevemos a mirar sin juicio.
La sanación comienza cuando dejas de hacer excepciones. Y decides liberarte… incluso del sufrimiento derivado de relaciones que creías “sagradas”.
Nos vemos en la próxima reseña.
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A raíz de un comentario escuchado hoy sobre experiencias que consideramos hoy como traumas, he podido visualizar claramente cómo los aspectos psicológicos toman formas casi materiales que se clavan en nosotros y que nos hacen aparecer como personas atravesadas por estacas de madera que casi no nos permiten caminar. Por un momento supuse lo fácil que podría ser liberarse de lo intangible. Solo el ego le da textura.
Hola Carmen. Muy cierto lo que dices. Recuerda que todo pensamiento toma forma en algún nivel, así que lo que comentas es tal cual lo que pasa con los personajes. Esclavos de sus propias creencias, caminando por el mundo como fantasmas, atados a la bola del ego mediante sus pesadas cadenas. La buena noticia es que el Espíritu Santo espera pacientemente frente a nosotros, ofreciéndonos la llave depositada en sus amorosas manos abiertas… Espera incansable, fuera del tiempo y del espacio, hasta que estemos dispuestos a cogerla para liberarnos. Gracias por comentar.